El presente año ha sido un
gran examen para determinar la capacidad resolutiva de las políticas económicas
a nivel mundial. El 2016 empezó mal, los precios del petróleo cayeron a su
nivel más bajo; el precio de producción superaba al de comercialización. Cuantiosas pérdidas se divisaban en el
horizonte de los países que dependían de las exportaciones de crudo.
Pero la gran recesión
económica alcanzó también al gran bloque de la Unión Europea, en parte por
factores internos como externos.
El éxodo musulmán, más el plus
de una administración burocrática en la ciudad de Bruselas, centro de la UniónEuropea, desató la salida de Reino Unido mediante un referéndum de dicho bloque
económico.
Pero ante este panorama, ¿cómo
queda librado nuestro país? Es la interrogante que muchos se plantean. A más de
empezar el año con un valor de petróleo por los suelos, un terrible terremoto
azotó el litoral ecuatoriano. Es cierto que aspectos como la inversión
extranjera, tratados de libre comercio y alianzas estratégicas son valiosas alternativas, pero se comete el mismo
error a cada oportunidad.
Actualmente, uno de los
mayores exportadores de crudo a nivel mundial, Arabia Saudita decidió crear un
fondo soberano de inversión; mismo que recaudará los ingresos del valor de
venta de las acciones por su petrolera estatal. ¿La razón? El gobierno no
quiere depender de los ingresos petroleros.
Holanda fue el pionero,seguido poco después por Alemania en incentivar la compra de autos eléctricos,
bajo el anuncio que a corto plazo los autos que funcionan con combustible
dejarán de circular.
La conclusión es evidente, es
necesario sumarse al cambio y no aferrarse a políticas poco funcionales. El
modelo neoliberal está fallando y una evolución del mismo es necesaria.
Un gran acierto del actual
gobierno fue la negociación con el príncipe de Dubái para la financiación de la
construcción del puerto de aguas profundas de Posorja. Toca esperar que este
sea el principio de grandes aciertos y el final de políticas izquierdistas y populistas
que tanto han perjudicado a los Estados que las han adoptado.
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